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Decenas de trabajadores de limpieza durante una reunión con el sindicato al que pertenecen previo a una posible huelga general en Houston el 31 de mayo de 2012. / Archivo

Las mejoras laborales para las trabajadoras domésticas y del sector de limpieza se logrará con cambios al sistema

Para Olga Castillo, del Centro de Trabajadores Fe y Justicia de Houston, «es tiempo de que volteen a ver a las trabajadoras del hogar, que les den la importancia que tienen».

29 agosto, 2022 | Por: laesquina@laesquinatx.com

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De acuerdo con la Oficina de Estadísticas Laborales, en el área metropolitana de Houston había cerca de 19,000 trabajadoras domésticas en 2017, pero solo incluía a las empleadas contratadas a través de una agencia de empleo registrada.

La gran mayoría de estas trabajadoras pertenece a una minoría étnica y es inmigrante e indocumentada, de allí su condición de vulnerabilidad que las expone a la explotación y a aceptar condiciones laborales paupérrimas.

En muchos casos, tienen que trabajar más de 100 horas a la semana en diferentes lugares sin derecho a un seguro médico y a prestaciones.

Olga Castillo, originaria de Tamaulipas (México) y que trabajó en ese rubro cerca de 30 años, es en la actualidad organizadora de las trabajadoras del hogar en el Centro de Trabajadores Fe y Justicia.

Según cuenta, el pago que perciben “mis compañeras”—en Texas el mínimo es $7.25 la hora— sigue siendo bajo para un sector que ha sido pieza fundamental durante la pandemia por el coronavirus, pero que sigue sin contar con algún tipo de beneficio laboral.

Olga Castillo (derecha), organizadora de las trabajadoras del hogar del Centro de Trabajadores Fe y Justicia en Houston (Texas) / Foto por José Luis Castillo

—Muchas de nuestras trabajadoras se contagió de COVID-19 y cayeron enfermas. En casa, sin trabajo, sin ese sueldo, pensando, aparte de la enfermedad, cómo le voy a hacer, de dónde voy a pagar mi renta, cómo voy a pagar mis cuentas y sin poder ir al doctor porque no tienen seguro médico. Y para colmo, muchas veces vivimos en barrios peligrosos porque no tenemos para pagar una mejor renta en un mejor lugar.

—Es un trabajo menospreciado entonces…

—Nosotros usualmente no pasamos Navidad o Año Nuevo en nuestra casa. Nos perdemos el cumpleaños de nuestros hijos o una graduación porque siempre estamos en el trabajo. Ahora, muchas veces tenemos dos trabajos para poder solventar los gastos de la casa.

—Y también tienen una remuneración baja. ¿Cómo sobrevivir con el sueldo que perciben las trabajadoras del hogar o de limpieza de oficinas?

—En Texas, el pago mínimo establecido es de $7.25 la hora, y como está la economía, o sea, no completas ni para comprar una libra de carne. Yo he tenido hasta tres trabajos y me ha tocado vivir en casa que no tiene aire acondicionado, que no tiene calefacción, porque es la renta que podemos pagar.

—Irónico…

Yo sé que a veces vivimos esas situaciones no porque no nos esforcemos, o porque no buscamos superarnos, no. Es que no nos alcanza. A veces las situaciones nos llevan a estar en un lugar que no mereces o porque no le echas ganas o porque no quieras triunfar, porque no quieras salir adelante. Yo creo que es tiempo de que volteen a ver a las trabajadoras del hogar, que les den la importancia que tienen, que se reconozca que hacemos un trabajo digno, que merecemos vivir con más dignidad.

Olga Castillo (centro), organizadora de las trabajadoras del hogar del Centro de Trabajadores Fe y Justicia en Houston (Texas), junto a Manuel Moncada (de espaldas), director interino, Alejandro Zúñiga, director de campo (derecha), y Deyanira Solís, asistente del Centro Legal. / Foto por José Luis Castillo

—Su caso es sin duda similar al de miles de trabajadoras que no ven quizás otra opción que seguir laborando en malas condiciones porque creen que no tienen otra alternativa. ¿Hay acaso alguna forma de convencerlas de que sí la tienen?

— A mí me tocó ser madre soltera de cuatro hijos y solventar una familia. O sea, no es fácil. Nuestros hijos también merecen tiempo de calidad y tener una vida más digna. Y no es porque no nos esforcemos, es porque el sistema nos ha marginado, nos ha encasillado en llevar esa vida. Y si nosotras como organizadoras, no como trabajadoras del hogar, no nos organizamos para promover esos cambios que necesitamos, quién lo va a hacer. El Centro es un lugar donde se les da talleres para empoderar a las mujeres acerca de sus derechos laborales y saber que nosotros podemos hacer un cambio en este sistema.

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