
“Lo miré fijamente por dos minutos”. El insólito encuentro entre un padre y el acusado por la muerte de su hijo
Paul Castro y Gerald Wayne Williams, acusado de disparar y matar a David Castro, de 17 años, se vieron en el pasillo del tribunal minutos antes de una audiencia.
El viernes 24 de septiembre a las 6 y 48 de la tarde, Paul Castro recibe un mensaje de texto del sistema de Información y Notificación para Víctimas del Crimen, el cual alerta a los suscritos sobre cualquier cambio en la custodia de un procesado penal.
— Entonces, detuve el auto en un lugar seguro y escuché el mensaje de una voz robotizada. Se me revolvió el estómago cuando lo escuché. Quería vomitar.
La voz robotizada le informa que el sistema de justicia del Condado Harris (Texas) le había concedido la libertad condicional bajo fianza ($350,000) a Gerald Wayne Williams, acusado de homicidio.

———
El martes 6 de julio, Paul asiste con sus hijos David, de 17, y el menor, de 14, a ver el juego de béisbol entre los Astros de Houston y los Athletics de Okland. Según la acusación judicial, al término del encuentro, ya en la camioneta, cuando intentan salir del embotellamiento en el centro de la ciudad, el testigo (Paul) choca un carro y mantiene un altercado con el conductor de un vehículo de color blanco de cuatro puertas de la marca Buick que antes le había cerrado el paso. El auto los sigue. El testigo acelera en su intento por perderlo de vista, pero cuando da vuelta en U, escucha varios disparos. El vidrio trasero de la camioneta se hace añicos. El testigo ve al auto blanco marchar velozmente. Se da cuenta de que se su hijo, David Castro, ha recibido un impacto de bala. Llama al número de emergencias 9-1-1. Llegan los efectivos policiales y los paramédicos. El herido es trasladado al hospital donde es intervenido quirúrgicamente, pero pierde la vida. El Instituto de Ciencias Forenses del Condado Harris concluye tras la autopsia que se trata de un homicidio causado por un disparo.
———
Paul Castro es director (superintendente) de una escuela primaria de Houston. Tiene más de 25 años de experiencia en el sector educativo. Desde la muerte de David, ha buscado que al acusado le caiga todo el peso de la ley. Se le ha visto en muchas conferencias de prensa.
— ¿Y ha visto al sospechoso?
— Sí, ayer, en la Corte.

———
El acusado Williams se presenta el lunes 27 de septiembre en la Corte de la magistrada Ana Martínez. Paul lo divisa en la sala de espera minutos antes de que inicie la sesión.
— Se escondía hasta que lo vi caminar hacia una esquina del pasillo afuera de la sala penal. Yo estaba al otro lado del pasillo junto a la mamá de David. El tipo nos miraba contantemente. Decido caminar y pararme frente a él. Quería confrontarlo. Estuve a 10 pies de distancia y lo miré fijamente por espacio de dos minutos. No le quité la mirada de encima. Él tampoco hasta que se fue.
— ¿Él sabe quién es usted?
— Sí, lo sabe. Salgo en las noticias todo el tiempo.
— ¿Quería decirle algo o solo mirarlo como lo hizo?
Suspira, hace una pausa, hay silencio. Se escucha por el teléfono los truenos que ahora mismo azotan Houston.
— Quería decirle algo, pero pensé que no sería buena idea. ¡Mató a mi hijo! No quería que se armara una pelea en pleno tribunal. Solo un padre que tiene hijos puede imaginar la trascendencia y lo que uno siente cuando ves cara a cara a la persona que le quitó la vida a tu hijo. No hay palabras que puedan expresar cuánto coraje le tengo a esa persona.

———
A Gerald Wayne Williams, de 34 años, se le conoce también con el apelativo de “Poppa”. El 19 de julio las autoridades reciben una pista. El informante asegura que una semana después del altercado en el centro de la ciudad, Williams comenta lo sucedido en una reunión social. Dos días más tarde, el detective en el caso logra hablar con el sospechoso, quien niega todo. Pero el análisis forense del celular de Williams traza la ruta desde el centro de Houston hasta la calle N. Wayside y luego de regreso al centro entre las 10:56 pm y las 11:05 pm del 6 de julio. También se supo que Williams intenta deshacerse del Buick blanco en cuestión. Se emite una orden de arresto. Williams se entrega el 2 de agosto. Le fijan una fianza de $350,000. El 24 de septiembre sale en libertad bajo fianza.
En 2008, Williams fue condenado por robo agravado y asalto a mano armada. En octubre de 2020 sale en libertad.

———
Paul sabe que en algún momento encarará nuevamente a Williams. En sus momentos de soledad, practica consigo mismo, para “decirle algo sin demostrar que le hierve la sangre por dentro”. Porque, dice, si llega a perder la paciencia, como gritarle o insultarle, “él gana”.
— Y no pienso darle esa oportunidad, que él gane. ¡Mató a mi hijo!
— ¿Esperaba que le diga cuánto lo siente por la muerte de su hijo?
— No. No. Él dice que es inocente, que no estaba allí, que alguien tomó su auto y que no era él quien manejaba. Está mintiendo. Es un mentiroso, un asesino que ha cometido dos robos a mano armada. Es una mala persona.
— ¿Qué es lo que más desea?
— Quiero justicia para mi hijo. No voy a recuperar a mi hijo, lo sé, pero la persona que lo mató debería pagar con la cadena perpetua o quizás necesita la pena de muerte, no lo sé. Preferiría que pase el resto de sus días en la cárcel.
— ¿Y si tiene la oportunidad de hablar con él?

— Hay muchas cosas que quiero decirle, pero lo primero que le preguntaría sería ¿es esto lo que querías? Cuando disparaste a mi camioneta, ¿era eso lo que buscabas, matar a alguien? Necesito saber eso. ¿Estaba pensando en las consecuencias cuando disparó? ¿Estaba tratando de darme a mí, de dispararme en la cabeza? ¿Y por qué?, ¿por qué lo hiciste?, ¿por qué pensaste en que era una buena idea?
— Entiendo, pero quizás nunca conozca las respuestas a esas preguntas, ¿no?
— Nunca voy a tener esas respuestas. Estoy convencido de que esa persona irá a prisión y espero que lo haga, pero sé que será consistente con sus mentiras y nunca admitirá que mató a un menor. Las personas que matan a niños la pasan mal en prisión. Nunca admitirá que hizo lo que hizo. Irá a su tumba diciendo que es inocente.
Cuando se enteró que Williams había salido en libertad, Paul se dirigía a la escuela de su hijo menor para verlo en una presentación de la banda de música. Él también estuvo en el fatídico 6 de julio. Salió ileso.
— ¿Y piensa estar en todas las audiencias a las que se presente el acusado?
— En todas. Allí estaré. Me han recomendado que no hable del momento de la muerte de mi hijo por mi propia salud mental.
Hay otra pausa. Su voz se entrecorta. Hay dolor.
— David era el niño más dulce que puedas conocer. Muy amigable, tenía muchas amistades. Era un buen estudiante, un buen músico, pero lo más importante es que le gustaba ayudar al prójimo sin nada a cambio, sin hacer alardes. Era un buen chico. Después de su muerte, los padres de sus amigos, a los que ayudaba con sus deberes escolares, me contaron que sus hijos estaban muy tristes por su partida. Siempre les mandaba mensajes de texto para ver si necesitaban alguna otra ayuda.
Llora.
La siguiente audiencia en Corte de Williams está programada para el 11 de noviembre, 2021.
Suscríbase para recibir nuestro boletín directamente en su buzón de correo electrónico. Es una de las pocas vías que tenemos para que esta página sea gratuita y accesible a todos.
[aweber listid=»6378786″ formid=»1635185573″ formtype=»webform»]