
El condado Harris, en Texas, no tiene un límite para las contribuciones a las campañas electorales que ayudan a los candidatos a amasar grandes cantidades de dinero en poco tiempo.
En lugar de ocultarlos, debería conformarse una base de datos con las identidades de los aportantes de campaña
Es el votante el que debe fiscalizar al funcionario para que no anteponga su influencia sobre contratos que salen de las arcas públicas.
Segunda parte (Leer aquí la primera parte)
El artículo del periodista Zach Despart, del The Houston Chronicle, destapó, entre otras cosas, que los cuatro miembros de la Corte de Comisionados del condado Harris han recibido aportaciones de campaña de personas que están ligadas a las empresas que luego recibieron la buena pro de las licitaciones para trabajar en proyectos de construcción con dinero público.
“Cada comisionado recibió al menos el 70 % de sus contribuciones de los proveedores durante este periodo, con Cagle a la cabeza con un 88 %. Páginas enteras de sus divulgaciones contienen contribuciones de proveedores sin etiquetar, sin un ciudadano común a la vista”, destaca Despart.
Durante sus campañas iniciales en 2018 y 2020, García y Ramsey recibieron el 16 % y el 53 % de sus contribuciones por parte de proveedores con el condado. En sus primeros informes financieros de campaña después de ganar las elecciones, esas cifras aumentaron a 68% y 71%, respectivamente.
Cabe destacar que de los cinco miembros de la Corte de Comisionados del condado Harris, Lina Hidalgo es la única que ha desistido de recibir donativos por parte de personas o empresas que tienen vínculos contractuales con el condado. Bueno, hasta ahora.

El artículo de Despart señala que, durante su investigación, encontró tres aportaciones de $ 400 cada uno por parte de personas que tienen nexo laboral con empresas que licitan con el condado. Hidalgo señaló que haría la devolución de inmediato.
PROCESO DE LICITACIÓN
¿Cómo funciona el proceso de selección de contratistas para adjudicarse las licitaciones en el condado más grande y poblado de Texas con un gasto presupuestario de más de mil millones de dólares al año?
Por contratación pública, es decir, por un proceso de licitación a través de solicitudes y propuestas. Luego, un comité los evalúa y les asigna una puntuación. Los que son aceptados son los postores más bajos con los mejores contratos. Se supone.
Ya en la segunda etapa del proceso, se les solicita a los proveedores las calificaciones del caso para emprender tamaño proyecto. Nuevamente, son evaluados y reciben una puntuación. El comité negocia las sumas del proyecto y escoge a los que cree son los más calificados.
“Los comisionados tienen poca influencia en este proceso”, señala Despart.
En la última fase del proceso de selección, los comisionados reciben una lista de las empresas recomendadas y cada uno de ellos tiene la absoluta discreción de escoger al proveedor que quiera o, si desea, elegir a uno de su preferencia, aun cuando no esté en esa lista.

Lo que preocupa es que este seudovínculo, una vez establecido, ayude aún más a formar expectativas inapropiadas entre contratistas y funcionarios electos que pueden contribuir al amiguismo, a tomar decisiones imprudentes con fondos públicos y otras formas de corruptela.
Hay que recordar que el condado Harris no tiene un límite para las contribuciones a las campañas electorales que ayudan a los candidatos a amasar grandes cantidades de dinero en poco tiempo.
Sería bueno que, en aras de la transparencia —específicamente con los candidatos que representan a la comunidad hispana, llámese Adrián García, por ejemplo— se haga público una base de datos donde se revelen los empleadores y las ocupaciones de sus aportantes de campaña en lugar de ocultarlos.
De esa manera, el votante podrá fiscalizar más eficientemente a los comisionados, tanto demócratas como republicanos, que anteponen su influencia sobre los contratos que el condado adjudique a empresas que están ligadas a los aportes de campaña.
El elector debe cuestionar cómo es que tal candidato, cuya imagen y voz aparece en todos los canales de televisión, radio y las redes sociales (y en cientos de pancartas gigantes y miles de boletines impresos regados por toda la ciudad), gestionó esos recursos.
