
ABRAZO ETERNO. Una madre abraza a sus hijos en las afueras del Centro Cívico Willie de León en Uvalde (Texas) el 24 de mayo, 2022. / Foto: ALLISON DINNER vía Getty Images
¿Cómo sobrevive un padre o una madre a una desgracia así? Saber que no volverás a ver al ser indefenso que cuidabas con recelo
Cuando los agentes entraron al aula, se encontraron con una escena espantosa, al punto de ordenar pruebas de ADN a los padres de familia.
OPINIÓN
Casi siempre cuando se reporta una matanza donde las víctimas son niños —y Estados Unidos ha tenido demasiadas—, la sociedad cuestiona la fragilidad de un sistema que permite con facilidad la adquisición de armas de alto calibre.
Y aunque esta vez el tiroteo en una escuela de Uvalde (Texas) tiene un tinte diferente, por lo atroz y desdeñable de las circunstancias en las que las autoridades abordaron el ataque, no se trata de un hecho aislado, porque no es nada nuevo.
Tristemente, las cifras son alarmantes: 2,050 tiroteos en centros escolares desde 1970 con un saldo de 661 muertos. Solo en 2021 se reportaron 250 incidentes (un incremento de 120% al año anterior, quizás por debajo de lo usual por las restricciones escolares durante la pandemia).
¿Quiénes eran los perjudicados?: maestros, conductores del sistema de transporte, oficiales de policía y padres de familia, pero en su gran mayoría eran estudiantes. El 67% era menor de edad. La víctima más joven tenía un año.

En lo que va de este 2022, el número de ataques con armas en una escuela asciende a 139, mientras la cantidad decesos suman, incluido el triste desenlace en Uvalde, 48 fallecidos.
Lo que no se puede cuantificar es el dolor. Uvalde enterrará en el transcurso de los próximos días a sus muertos; uno a uno, a los 19 niños y dos maestras asesinados por un adolescente de 18 años que había adquirido dos rifles automáticos y un arsenal de municiones una semana antes del cruel ataque.
Entonces, uno se cuestiona ¿cómo sobrevive un padre o una madre a una desgracia así? Saber que no volverás a ver al ser indefenso que cuidabas con recelo, que amabas sin tapujos, que protegías por sobre todas las cosas.
Vivir con su memoria es lo único que le queda a los padres y familiares de las víctimas. ¡Y no es justo! La sociedad, en complicidad con el sistema de gobierno, les ha fallado completamente.

Empezando por la irracionalidad de los activistas “conservadores” (que de conservadores no tienen nada), quienes impulsaron propuestas que después se convirtieron en ley, como la que permite el porte de armas a partir de los 18 años sin necesidad de un permiso ni instrucción obligatoria.
Luego, por los congresistas empecinados en alardear de un derecho constitucional longevo para armarse hasta los dientes dizque para defender su vida (¿para qué necesitan a la policía entonces?). El gobernador de Texas, Greg Abbott, promulgó seis leyes relacionadas al uso legal de armas sin restricción alguna: HB 1927, SB 20, HB 957, HB 2622, SB 550, HB 1500 y SB 19.
Y, por último, si es que ese término tiene cabida bajo este contexto, hay que recriminar el grueso error de la policía local al esperar afuera del recinto por más de una hora en vez de acabar con el agresor y evitar más muertes.
Según el director del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Steven McCraw, la decisión de no derribar la puerta del aula en que se hallaba el autor de los disparos fue una «decisión incorrecta». No sucedió hasta que finalmente un equipo de la Patrulla Fronteriza ingresó al salón de clases para abatir al agresor.
Por su parte, el Departamento de Justicia anunció que investiga la aparente lentitud de la policía de Uvalde y que dará a conocer públicamente los resultados de esas pesquisas y de sus conclusiones. La idea es “identificar problemas y actualizar los protocolos de actuación para futuros tiroteos”.

Lo peor de todo es imaginarse, por macabro que parezca, la forma en que murieron esos niños y sus dos profesoras a manos de las balas de un fusil de asalto AR-15, cuyo diseño y características han sido construidos para el combate en guerra y provocan el máximo daño físico. Dicho de otro modo, es como si una granada explotara muy cerca.
Cuando los agentes entraron al aula, se encontraron con una escena espantosa, al punto de ordenar pruebas de ADN a los padres de familia que esperaban afuera para identificar a sus hijos.
¿Cómo vivir así? ¿Cómo construir un futuro si el que tenías te lo han arrebatado? Si no podrás acariciar a aquella criatura que viste nacer, crecer, dar sus primeros pasos ¿Cómo seguir viviendo sin esa sonrisa que no verás en los momentos más felices de tu vida, cuando logre graduarse, aprenda a conducir un coche o te cuente que pronto la llevarás al altar en el día más feliz de su vida?
¿Cómo?
